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Su música fue el cálido resplandor armónico, tímbrico y vocal de la comunidad latina en la urbe neoyorkina, encontrándose en sus sonidos los orígenes de sus ancestros, que combinada con diversas culturas, hoy se encuentra universalizada. Su prolífica carrera deviene de una helénica disciplina y de un fárrago de éxitos que contemplamos con delectación, anidado cada uno de ellos en su copiosa y extensa obra, hecho sin parangón en la historia del género.

 

Más que una Leyenda

EL ETERNO REY DEL TIMBAL

Luis Delgado-Aparicio Porta

 

En su intricada alquimia percusiva, en las blancas y las negras, siempre hay un hilo conductor que nos lisonjea y refresca con su creatividad. Fue en el siglo pasado la némesis del “homo musicus”, el gran público y la crítica especializada señalan con gran objetividad que: “su orquesta camina como un reloj”. Nos transporta como “Los Viajes de Simbad” de Las Mil y Una Noche, a predios, lugares y hechos, que rápidamente identificamos, con la calidad, sobriedad y buen gusto que ha cautivado a la humanidad.

 

De ascendencia borinqueña, Ernesto Antonio “Tito” Puente nació el 20 de abril de 1923, hijo de don Ernesto Puente, capataz de una fábrica de hojas de afeitar y de doña Ercilla Ortiz, en el ghetto latino del Bronx, el Harlem Hispano, hoy conocido como “el barrio”. Después de estudiar piano y también saxofón (la única foto que hoy existe de él tocando este instrumento aparece en la página 143 del libro Latin Jazz: La Combinación Perfecta de Raúl Fernández, publicado por Chronicle Books, Smithsonian Institution, 2002), actuó por primera vez  en el club hispano La Perla del Sur, siendo a partir de 1940 que debuta en lugares de renombre como El Havana-Madrid, La Conga y Río Bamba en Nueva York. Después se incorpora a la Orquesta del señor José Curbello y posteriormente a Machito y sus Afrocubans. Llamado al servicio militar, se embarca en el Portaviones “USS Santee”. Allí el piloto Charlie Spivak le enseñó la técnica de los arreglos musicales al estilo de Stan Kenton, enviándole a Machito la transcripción en papel pauteado de lo que se considera su primera gran partitura: “El Bajo de Chapotín”.

 

Terminada la Segunda Guerra Mundial, Tito Puente completó su educación en el famoso Juliard School of Music, de 1945 a 1947, alternando los fines de semana en las orquestas de Pupi Campos y Fernando Álvarez y actuando como timbalero en el renombrado cabaret de la época, El Copacabana. Al año siguiente, a instancias del empresario de espectáculos Federico Pagani (uno de los gestores del que fuera el famosísimo Palladium Ballroom y cuyo primer dueño fue Tommy Morton hasta que en 1966 Maxwell Hymann lo cerrara), forma su combo, Los Picadilly Boys, grabando primero para el sello Tico e imponiendo su hit “Abaniquito” y después en su nueva casa, la legendaria RCA-Víctor, su afamado “Ran Kan Kan”. Eran las épocas en que empezaba el auge latino en lo que se conoció como “el circuito cuchifrito”. Los conciertos y los bailes por la tarde eran anunciados con volantes que circulaban por la ciudad, congregando a todas las nacionalidades bajo la égida del  tambor, con la rumba, el mambo y el son.

 

Tito Puente 7

 

En razón a sus rigurosos estudios y su depurada técnica, cambia los ritmos de 2×4 á 6×8 con la misma facilidad que un niño maneja un patín, lo que a juicio de la periodista Karen Nelson de la revista BUZZ, “tiene más vida en la punta de su baqueta que cualquiera en su árbol genealógico”. Amplía el formato de su orquesta y se le empieza a llamar «El Rey», lo que lo lleva a figurar en primer lugar de los principales teatros. La novela sobre los hermanos Castillo, Los Reyes del Mambo Tocan Canciones de Amor de Oscar Hijuelos que ganara el Premio Pullitzer de 1990, es un homenaje a su fulgurante carrera. Así el prestigioso musicólogo John Storm Roberts en su libro El Toque Latino (Editores Asociados S.A., EDAMEX, Ángel Urraza 1322- Méjico, D.F. página 164; año 1983) dice: “provocó que el estilo caliente del mambo de gran banda de la época de 1940 llegara al pináculo durante los sesenta y setentas al darle una calidad de nerviosismo e intensidad que sólo era propio de la Gran Manzana”.

 

Un hecho singular sucede en 1957 cuando se invita a Tito a un gran festival en Cuba para alternar con los grandes, siendo el único extranjero. Allí conoce a Silvano Shueg, alias “el choricero”, un excéntrico timbalero, oriundo de Santiago de Cuba, famoso en las noches habaneras por su peculiar estilo de baquetear y tocar “la paila”. De él dijo: “No hay forma de explicarse su velocidad y versatilidad”. Muchos sostienen su gran influencia, aunque su originalidad empieza cuando se para al frente de su gran orquesta y dirige la misma con una sobriedad y conocimiento impactante,  señalando que los percusionistas, hasta esa fecha, eran relegados a la parte de atrás de las grandes orquestas, por una simple y absurda discriminación por el color. También hay que resaltar la rivalidad entre Tito Rodríguez, Machito y Tito Puente, siendo la polémica con los empresarios por quién figuraba primero en las marquesinas de los teatros y/o evitar tocar juntos. Mas que mano a mano, eran, “pié a pié”, ya que si bien la música era la gran estrella, los bailarines descollaban en las pistas y era más que una obligación que la pareja derrochara sabrosura en su lucimiento, un complemento como lo fue siglos atrás, formando entre ambas, una unidad.

 

Su primer vocalista estrella fue Vicentico Valdés, que luego de cantar en el Septeto Nacional, salió de Cuba en 1946. Siguieron Santitos Colón, Chivirico Dávila, La Lupe, Noraída, Frankie Figueroa y La India, habiendo sido la Señora Celia Cruz, la Reina Rumba su más rutilante figura. Presentarlos juntos en Lima, en la Feria del Hogar, es un imperecedero recuerdo y el más alto privilegio. También se incorporaron Mongo Santamaría, Charlie Palmieri, Jimmy Frisaura que estuvo en su banda cuarenta años y en las finales, Hilton Ruiz y Dave Valentin, entre otras muchas futuras luminarias. Sin embargo, no podemos olvidar la importancia de locutores como Symphony “Syd” Torrin y Dick “Ricardo” Sugar. Ellos propalaron con gran veracidad en sus programas radiales, toda la evolución de los cincuentas y sesentas, constituyendo un enorme aporte a la difusión del género. Importante es resaltar que después de grabar su disco, Tito Puente (and his Rhythm Quartet) at the Vibes [Tico # 124, año 1952] el instrumento se adaptó magníficamente bien al Latin Jazz, y Carl Tjader, que en la época, tocaba batería con el quinteto de George Shearing se independiza y forma lo que fuera su renombrado grupo. Años después lo incluyó en varias grabaciones, habiendo sido de gran influencia su uso, especialmente en sextetos y en su renombrado “octopuente” como se aprecia en el DVD Tito Puente en Montreal, Canadá, grabado en 1983 y que apareció (Año 2003) para su venta .

 

En su libro Recordando a Tito Puente el Rey del Timbal, Steven Loza, (Random House, Noviembre del 2000, página 20, New York, USA) sostiene que la influencia “de varias corrientes produjo el boogalou y el soul latino, pero la más importante ejemplificó un estilo llamado Salsa”. Recoge unos diálogos de Tito con Bobby Sanabria y Boris Sokolov que concluyen: “pero ahora ha sido aceptada y ayuda a promover la música”…. “la Salsa es un aderezo y yo toco mambo, cha-cha-chá, guaguancó y son”(p.21). Esto viene a colación del uso del vocablo que popularizara el sello Fania con Jerry Masucci y Johnny Pacheco. Ellos viajaron en 1964 a Caracas, Venezuela, donde en Radio Aeropuerto, Fydias Danilo Escalona tenía un programa y medía la popularidad de las canciones con “el salsonómetro” (tal fue su importancia que Tito Rodríguez en su disco Carnaval de las Américas [and his famous world orchestra – Musicor Records MM # 2218] le compuso “El Bigotón de Danilo”). Esa fue una de las razones para usar la palabra, lo que me fue confirmado hace varios años en la entrevista que le hiciera por Radiomar Plus-FM (Perú) al señor César Monges, ‘Albóndiga’, director de la Dimensión Latina y muy claramente explicado por César Miguel Rondón en su  Crónica del Caribe Urbano –  El  Libro de la Salsa. Es menester señalar, que veinte años después aparece Salsa, Sabor y Control, Sociología de la Música Tropical de Ángel Quintero Rivera [461 páginas] (Imprenta Nacional de Colombia, Santa Fe de Bogotá – Premio Nacional de Cultura, Ministerio de Cultura y Fondo Editorial Casa de Las Américas, La Habana, Cuba, 1998). Este ensayo histórico-social es de la mayor importancia, al estudiar, desde un ángulo y perspectivas diferentes, el desarrollo de lo AFROLATINOCARIBEÑOAMERICANO.

 

 

En su libro La Música Cubana: Del Areyto a la Nueva Trova publicado por Editorial Cubanacan, Hato Rey, Puerto Rico, año 1981, Cristóbal Díaz Ayala recoge el famoso Monólogo de un Negro Congo: «La Salsa Existía Ya», de Evelio M. Echemendía. Estimo muy interesante transcribir algunos pasajes, a fin de disipar cualquier duda que podría existir, respecto al párrafo anterior. (Está escrito como habla un mulato en El Monte [según Lydia Cabrera], con su fonética sublabial):

 

De donde viene la Salsa

Yo te lo voy a explicá

Pero abre bien las oreja

Y asimila de verdá

Tu, muchachito tineye

Que vives la actualidá

De música salsa y disco

Y de esto no sabes ná.

 

Permíteme presentarme:

soy José de la Caridá

del barrio de Jesús María

Muerto cien años atrá

Pero vivo en el pellejo

De los tambores Batá

Que suenan en los Bembé

De Orichá y de Yemayá.

 

Me trajeron como esclavo

Del Congo con muchos má

Nací en la tierra africana

No recuerdo en qué lugá

Y me traje mis dolore

Mis tambore y mi rituá

Para abona con sudore

La caña y el cafetá.

 

De donde viene la salsa

Yo te lo voy a explicá:

Ella vino en el cencerro

En el bongó y la quijá

Para producí los ritmo

Que oyes en la actualidá

Que nacieron en los monte

Y hoy divierten la ciudá.

 

Es el ritmo guaguancó

Que se baila en el solá

Es el ritmo de la rumba

La conga y el chachachá

La que sonó en la comparsa

Que arroyó año atrá

Al son de los alacrane

La boyera y otra má.

 

La que trajo el son montuno

Que se toca en cantidá

Que ahora le llaman salsa

Y sigue sonando iguá

La tocó Arsenio Rodríguez

Y muchas orquesta má

En las fiesta populare

Y en la alta sociedá.

 

Y tienes a Tito Puente

Y su melena engrifá

Sacando fuego a lo cuero

Del muy cubano timbal

diciendo que eso no es nuevo

que eso de salsa no vá

que es música afrocubana

de mucho año atrá.

Por eso quiero decite

Ahora pra teminá

Que eso que llaman salsa

Estaba inventada ya

Te lo dice un negro congo

Que es hijo de Yemayá

y que vive en el pellejo

de los tambore Batá.

 

En la década del sesenta la música popular se nutre y se fortalece con varias corrientes y estilos: el Rock, la Bossa Nova, el Reggae y la Salsa dominan los escenarios. Emerge una nueva generación trayendo otras actitudes, de tal forma que el glamour hollywoodense de la década anterior, con el trópico, en las figuras de Desy Arnaz y Xavier Cugat, como su predecesora, Carmen Miranda, cambian diametralmente, siendo reemplazados por la informalidad, debiendo las grandes orquestas reducirse a formatos menores. A instancia de Morris Levy y bajo la producción de Pancho Cristal se grabó – el lunes 23 de Mayo de 1966 – la sesión de descargas en el Village Gate (Los Volúmenes 1, 2 y 3 están registrados para el sello Tico All Stars con los numerales 1135, 1145 y 1155) donde Tito Puente es el director e instrumentista [su “Guajira Controversial” es un hito]. Esta producción es a mi entender, junto con las de Alegre All Stars (LPA # 810, 834 y 843), el antecedente del sello Fania y su inacabable lista de éxitos.

 

La cantante cubana Celia Cruz y el rey del jazz Tito Puente.
La cantante cubana Celia Cruz, el rey Tito Puente y el empresario Raphy Mercado

 

Los setentas son difíciles para ‘El Rey’ ante el embate juvenil; sin embargo, guarda su compostura y prestancia. Su primer GRAMMY lo gana por su Homenaje a Beny Moré (Tico # 1425, año  1978). Siguen las premiaciones con On Broadway (Concord # 207, año 1983); Mambo Diablo (Concord # 283, año 1985); Goza mi Timbal (Concord # 399, año 1989); Mambo Birdland (RMM # 02828-40472, año 1999) y Masterpiece: Obra Maestra, que comparte con Eddie Palmieri (RMM # 284-0332, año 2000). En un hecho inusual y por primera vez en la historia de la Academia de las Artes y Ciencias de la Grabación le entregó póstumamente a la familia de Tito Puente un GRAMMY especial por su fundamental aporte al mundo de la música. Así, por su rutilante y exitosa carrera ha recibido 7 premios Grammy. También debo señalar que el año 2002 se editó un CD de Tito Puente – Live at the Playboy Jazz Festival grabado en 1994 para el sello Concord- Playboy # PBD-7504-2, de acuerdo con un arreglo con la familia tal como lo describe la contracarátula de la mencionada producción. Y ya nos llegó el DVD grabado por su Octopuente en Vivo desde Montreal, Canadá, en 1983).

 

Durante los sesenta años como músico recibió innumerables distinciones; en 1969 el Alcalde de Nueva York, John Lindsay le entregó las llaves de la Ciudad; en 1978 la Ciudad de Los Ángeles, California, le rinde con el Alcalde Bradley, uno de los más recordados homenajes; al año siguiente fue invitado por el Presidente Carter a la Casa Blanca a un concierto de gala. En 1981 crea La Fundación de Becas para jóvenes promesas; apareció en las películas Días de Radio de Woody Allen y en Armado y Peligroso de John Candy; fue el primer latino en aparecer en un comercial de televisión con Bill Cosby. Es investido en 1986 con el Grado de Doctor, PHD en Humanidades por la Universidad de Old Westbury y en 1990 recibe el preciado Eubie Blake Award de la Academia Nacional de Artes y Ciencias. El mismo año se inscribe su nombre como Una Estrella de Hollywood y al año siguiente lanza al mercado su  The Mambo King- El Número 100 (RMM/Sony 80680). Meses después, en Marzo de 1992 recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Hunter en Nueva York. Es incorporado al Registro Nacional Congresional y acto seguido le prenden la renombrada Medalla de la Smithsonian Institution. Dos años después recibe su Tercer Doctorado de la Universidad de Long Island. El 24 de Junio de 1994 se le impone, en el más alto grado, la célebre Insignia de ASCAP y el 28 de setiembre se le asigna un sitio en el Hispanic Heritage Comite for the Arts. El día 20 de Agosto del año 2000, el Alcalde Rudolf Giuliani le puso a la calle 110 entre Madison y Park Avenue (en el centro del Barrio), su nombre.

 

Lo había visto muchas veces, pero tuve la suerte de conocerlo en Marzo de 1966. Estábamos en Nueva York con el Notario Dr. Alfredo Aparicio Valdés y el empresario Dr. Jorge Prado Pastor, cuando leímos que durante el fin de semana, viernes y sábado, se presentaban en el Tropicoro y Caborojeño, Tito Puente con la Lupe. Nos habían dado el teléfono de Virgilio Martí, cantante cubano, autor de “Sonaremos el Tambó” y “Alma Mía” y un tiempo acompañante en el bongó de la fenomenal bailarina Yolanda Monge, ‘La Tongolele’ a quién recurrimos para las debidas reservas. Lo que esa noche escuché y pude ver NO tiene parangón con nada parecido. Volví a estar presente en muchos de sus recitales, hasta que lo entrevisté en Lima, el 30 de Diciembre de 1981 para mi programa Maestra Vida en Radio América. Fue un verdadero banquete conversar con él. Conversando la Noche de Año Nuevo en el Hotel Sheraton me dijo algo de la mayor importancia: “los percusionistas latinos no estudian; el oído llega a cierto nivel, por eso es que hay que saber leer música”. Hoy me he encontrado con esa aseveración en la página 18 de su libro antes mencionado.

 

Me encontraba en Ginebra, Suiza, el 1 de Junio del año 2000, cuando supe de su muerte. Inmediatamente me comuniqué con Agustín ‘de Jesús’ Pérez Aldave, que era editor de espectáculos del diario Expreso y colega en Mamboinn Radio, le pasé un pequeño artículo que se publicó el 7 de Junio en el periódico: Ha Muerto el Rey ¡Viva el Rey!. “El nombre de Tito Puente llena de orgullo a la cultura latina, por eso hay que recordarlo con una sonrisa, porque supo trasmitir alegría a lo largo de su extensa carrera musical”, como lo resaltó el Presidente de los Estados Unidos de América, Señor Bill Clinton. Fue un artista vital y creativo, que siempre persiguió lo novedoso y haciendo honor a su apellido, tendió puentes a otras audiencias. No olvidemos que al veterano Maestro se debió también la inmensa acogida y la proyección universal del Latin Jazz. Su vida y su obra han sido fructíferas, siendo su genio blanco como el mármol y duro como el titanio. En él se distingue la mente preclara y lúcida de un talento, el noble corazón de un caballero y la vida sin mácula de un ciudadano del mundo. Queda para la posteridad el tesoro intelectual de su obra y la estela luminosa de su ejemplo, que serán enseñanza, orientación y estímulo para las generaciones venideras.

 

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De una inteligencia y fina sensibilidad, su erudición de la música era ilimitada; su cultura, asimilada por el talento y tamizada por la experiencia se llama sabiduría. Su irradiante simpatía descuella, sobresale y destaca. El Lunes 21 de Abril de 2003, mi amigo, el empresario Rafo Muñiz, organizó un gran concierto en su memoria en el Avery Fischer Hall del Lincoln Center en Nueva York con destacadas figuras; hubiera cumplido El Maestro 80 años. El día anterior apareció en El nuevo Día de San Juan, un lindo y muy sentido artículo de Rafo sobre sus proyectos con Tito, en el año 2000, para grabar con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Para alegría de todos, se anuncia que pronto aparecerá el CD de tan memorable y antológico evento. Con justa razón hasta ahora no tiene sucesor. Concluyo con nostálgica emoción, una estrofa anónima:

 

Que el cielo te colme de gracia y ventura,

Y que en tu fragante jardín interior,

Se abran entre lirios de impecable altura

tus partituras blancas y negras de un eterno sabor.

 

SARAVÁ, FAMILIA

 

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