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Probablemente aquel día de septiembre, cuando la señora Maura Palacios daba a luz al más pequeño de sus hijos: un niño nacido para ser sonero y quien llevaría por nombre Marcial, los tambores repicaron más duro y las matas de cacao bailaron ese día su rumbita de chocolate. Marcial Istúriz: un sonero con clave, el orgullo de Capaya.

 

MARCIAL ISTÚRIZ

 

«El último Cimarrón de Barlovento»

 

Alejandro Moreno Guevara

 

 

En sus soneos retumban la rebeldía de sus ancestros y la sabrosura de su barrio. En su canto confluyen el sabor meláncolico de Maelo, la agudeza irreverente de Héctor Lavoe pero también el desenfado explosivo de James Brown y la afinación soul de Stevie Wonder. Marcial Istúriz es el sonero que huye de la esclavitud del facilismo musical, es el último cimarrón de la salsa, el último cimarrón de Barlovento.

 

Dónde y cuándo naciste Marcial?

 

Yo nací el 25 de septiembre de 1976 en un pueblito rural, del municipio Acevedo estado Miranda, llamado Capaya. Soy barloventeño de pura cepa, pero petareño de corazón porque desde que tenía 3 años mi familia se traslada a Petare y allí fue donde me crié escuchando salsa, que fue el primer contacto que tuve con la música.

 

Háblanos de tus inicios en la música

 

Desde que tengo uso de razón he estado involucrado con la música. De hecho cuando era niño, en el patio de mi casa, armaba un set de batería con los peroles de pintura, los peroles de leche y armaba mi guaguancó yo solo. Improvisaba, cantaba cosas incoherentes de chamo, y los aplausos, me acuerdo, eran la mata de naranja, la de aguacate y la de cacao, cuando soplaba la brisa. Parecía que la naturaleza se confabulaba para que las matas me aplaudieran, porque cuando yo terminaba una canción la brisa soplaba y empezaban a aplaudir las maticas… Recuerdo que yo siempre agarraba la hora del mediodía, que era la hora en que yo salía de la escuela, y empezaba a hacer mi musiquita. Mi mamá que en paz descanse, mi madre Maura Palacios me decía: (a mí en mi casa me dicen el niño) “¡cónchale niño deja la perolera que yo quiero ver mi comedia!” (que era la telenovela de la 1 de la tarde). Y yo le decía: “ya va que estoy en un concierto aquí con Justo Betancourt”. Y yo dale y dale a mis latas y a mis perolas.

 

 

Cuándo te diste cuenta que podías convertirte en cantante de salsa, en sonero?

 

Caramba, yo creo que todos aquellos que hemos empezado como cantantes, o se convierten con el tiempo en soneros, debieron empezar cantando mal, desafinando, etc. Yo lo que hice fue empezar a desarrollarme solo como cantante al principio. Yo trabajaba en un trío y como no había cantante me propusieron a mí si quería cantar y dije: “bueno vamos a darle”. Pero era malo, desafinaba y todo lo demás. Con el tiempo empecé a preocuparme por escuchar los consejos de varios colegas que ya tenían tiempo en esta rosca y siempre los consejos eran buenos. Ellos me decían escucha esto, escucha esto otro. Si tú quieres saber cuál es el principio de todo escucha por aquí, escucha por allá. Siempre me daban sugerencias y yo todas las aceptaba… Claro, desarrollo el arte de sonear escuchando a toda esa gente, yo hago una mezcla de todos ellos y creo mi propio estilo. Pero hace 5 años cuando conocí a la que es actualmente mi esposa, Milady, (ella es cantante de música lírica) ella me dice: “tú cantas bien, tú llegas, pero te falta algo: respirar, la técnica”. Ella me empezó a dar la técnica vocal. Entonces mezclando la técnica vocal, con lo que yo ya venía experimentando, y la confianza que me daban como cantante, llegó un momento en que sin darme cuenta empecé a sonear, simplemente fluía, eso salía y se solidificaba con la oportunidad que me daban: Cheo Navarro, Jesús Torres, Jhonny Soto, Edmundo Francia, que son los líderes de banda con los que trabajaba, ellos me daban el espaldarazo y yo podía hacer mi trabajo tranquilamente y poner en práctica todos los conocimientos tanto teóricos como de la calle, y de esa suma salían los soneos.

 

A propósito de cantantes de salsa y soneros, algunos hacemos una distinción entre cantante de salsa y sonero: por ejemplo Bobby Cruz y Frankie Ruiz, son excelentes cantantes de salsa, sin embargo, pareciera que no es tan fácil incluirlos en la categoría de soneros como a un Maelo, un Héctor Lavoe o un Cano Estremera. Qué opinas al respecto?

 

La diferencia entre cantante y sonero es que el sonero siempre va a llevar la matriz, el cuerpo del tema en relación con lo que se proyecta en la canción, en los espacios llamados coro-guías. En cambio, el cantante como no tiene esa maña de la calle, apela a lo que siente en el momento pero no lo rima, no lo lleva a lo que es el tema. Frankie Ruíz, por ejemplo, no buscaba palabras hechas para hacer un esquema de soneo en una canción. En la rueda se ve eso, el dice incluso partes de la letra, lo cual es válido. Pero el sonero es aquel que ataca en la clave y siempre habla de la rumba. Para mí un cantante se enfoca más en lo romántico o en una salsa con más cuadratura, en cambio el sonero es capaz hasta de voltear la clave si le da la gana, pero siempre llevando el tema en cuestión, con la coherencia del tema, en el cuerpo de lo que se improvisa.

 

 

En tus inspiraciones te hemos escuchado aludir a tu origen barloventeño (Barlovento es la región afrodescendiente por excelencia de Venezuela) háblanos un poco de lo que significa para ti ser barloventeño, ser afrodescendiente.

 

Lo mejor que me pudo haber sucedido en esta vida es ser barloventeño, pero bien si hubiese nacido en otra parte del país, porque primero está ser venezolano. Pero sentirme barloventeño es algo indescriptible. Trataré de llevar ese sentimiento a palabras. La pureza de la raza afrodescendiente se refleja en aquellos que han hecho buenos trabajos musicales, y nosotros como representantes del tambor por excelencia tenemos el ritmo en las venas por tradición y por historia. Por todos los ancestros que han traído todo ese abolengo que nos han dejado. Ser barloventeño es ser representante de una región que se conoce por el cacao y por las playas de Río Chico y Cuchivano. Es sentirse afortunado por todo ese calor y esa fraternidad que está en ese pueblo y de los cuales yo soy reflejo y eso no lo digo yo, lo dice mucha gente. Y lo mejor que me da ser barloventeño es mi origen humilde y mi casita de barro y de bambú, que siempre están allí, aunque ahorita sea de bloques.

 

Por lo que hemos visto en algunas actuaciones tuyas (en donde has imitado a, por ejemplo, Daniel Santos y Tego Calderón) podríamos inferir que tus influencias y gustos musicales abarcan un amplio espectro de músicos y cantantes. Háblanos un poco de tus influencias musicales, que escuchas en tu casa como melomano.

 

Yo soy una persona musicalmente ecléctica, estoy abierto a todos los géneros. Lo único que no escucho es reggaeton porque considero que ese tuki tuki, con ese ritmito yo no llego a ningún lado, pero sí le presto atención a las rimas que hacen los reggaetoneros porque usan palabras del diccionario y tienen mucha lógica, pero a veces usan una jerga que no se conoce y de repente están diciendo que te quieren tumbar la novia y tú no te estás dando cuenta. Cuando yo era adolescente tenía mis influencias de todos lados. Mi hermano Armando que estaba en el ejército, llegaba de permiso y ponía salsa, bueno casi todos mis hermanos ponían salsa. Pero mi hermano Armando es el responsable directo de mis gustos diversos por la música, porque él ponía salsa, baladas pop de los años 60 y 70, Richard Clayderman, entre otros. Recuerdo por cierto, un cassette que el grabó llamado: “ayer y hoy, estilo y canción” y ahí tenía: “La mujer y el camión”, “Hey Jude”, “Yiri yiri bon” de Beny Moré, en fin tenía todo tipo de música vieja y variada de todos los géneros, por eso se llamaba “ayer y hoy, estilo y canción” y ese cassette se me quedó grabado en el cerebro. Tenía también la influencia de mis hermanas que escuchaban disco music y las baladas pop de los años 80. Además la misma búsqueda que yo tenía. En general escuché mucha música durante mi infancia y mi adolescencia y eso solidificó mi espectro musical. Lo de Tego tiene que ver con que, (junto con Julio Voltio, Vico C y calle 13) es uno de los pocos regaettoneros que me van a decir algo a mí, siempre van a ser otra cosa. De hecho Julio Voltio tiene un tema llamado Julito Maraña y el loop que usa es de “Juanito Alimaña” de Héctor Lavoe ¿qué te parece? La cosa suena sabrosa y tiene a Tego de invitado allí. Lo que te quiero decir es que yo tengo que buscar variedad en la música para poder fusionar todo eso y llevarlo a la salsa que es mí genero, pero esa fusión debe ser con conciencia porque uno no puede abusar del conocimiento que tiene porque corre el riesgo de caer en el aburrimiento y que la gente se canse un poco de lo que haces, en cambio si se sabe hacer, puedes sorprender a la gente.

 

 

El 19 de febrero de 2006 (por cierto, y tú mismo nos lo comentaste, dos días después de la muerte del maestro Ray Barretto y además el día que se cumplían 43 años de la muerte del gran sonero Benny Moré) tuviste, si se quiere, uno de los momentos importantes de tu carrera al tener la oportunidad de montarte en la tarima con el mismísimo dueño del soneo: Carlos ‘El Cano’ Estremera, quien además es conocido por su controversial estilo para inspirar. Háblanos por favor de esa experiencia.

 

La cuestión fue así, y lo dije en una entrevista que me hicieron desde el Perú. Esta entrevista me la hicieron el día de las madres. Estuvimos hablando sobre Bailatino y todo lo demás y me hicieron la pregunta acerca del duelo con el Cano (aunque yo lo llamaría más bien intercambio de conocimiento, puesto que no hubo ninguna falta de respeto). El culpable de que yo me haya montado con el Cano se llama Roberto Lugo. Dos o tres semanas antes fui con mi esposa a ver su espectáculo en “El Sarao”, yo conozco a Roberto hemos trabajado juntos. En uno de sus temas Roberto Lugo empieza a hacer improvisaciones largas, como las que hace Víctor Manuel, y uno de los coristas de Roberto empieza a hacerme señas para que me subiera a la tarima: “¡móntate, móntate!”. Y yo le decía: “ya va espérate que Roberto me llame, si él me llama yo me subo”, pienso que la ética debe estar presente antes que todo. Entonces el muchacho le dice el nombre mío a Roberto en el oído y Roberto dice (imitando la voz engolada de Roberto Lugo) “bueno, vamos a invitar a Marcial, tremendo cantante”. Entonces yo empiezo a improvisar y le digo a Roberto Lugo el pueblo donde nació, el disco que grabó con Perico Ortiz, le hablé de su carrera musical, todo esto cantando. Y Roberto se quedó impresionado y me dió un abrazo y me felicitó, todo bien ahí… El dueño de “El Sarao” viene y me dice: “mira nosotros vamos a traer al Cano, ¿tú eres capaz de montarte con el tipo?. Y yo le digo: “yo estoy para lo que sea”. Para ese momento Marcial Istúriz tenía el hambre de darse a conocer al lado de los que están dando la hora musicalmente. Días después se iba a dar la cuestión con el Cano. Dos días antes de la presentación con el Cano yo venía muy dolido con la muerte de Ray Barretto que es mi conguero favorito y tenía como un despecho musical y lo había estado escuchando bastante esos días y tenía tanta música en mi cabeza que tenía que sacarla por algún lado. Ya en la mañana había tenido una presentación y había sacado un poco de esa música que estaba en mi cerebro, llego a mi casa y sigo escuchando a Barretto para prepararme para la noche con el Cano. Llegado el momento en “El Sarao”, el Cano estaba allí cantando solo y sí estaba un poco ofensivo en sus inspiraciones, que si no le gustaban los negros y tal y que se yo. Yo digo que quiere hacerse el malo pero de malo no tiene nada. Bueno, llega el momento, él me presenta como sonero venezolano, sin conocerme. Empezamos a cantar el tema “El caimán” (“Mercedes”) de Simón Díaz, que él lo presentó como de Simón Pérez. El me permite arrancar el tema, tal vez para estudiarme y duramos media hora en la tarima entre soneo y soneo. El usa mucho la jerga del regaetton, yo no prentendí seguirle el juego porque yo estaba muy pendiente de no salirme del tema y de lo que él hacía. En todo caso estuvimos los dos, media hora improvisando en la tarima… Aunque debo hacer la salvedad de un comentario que me hizo el propio Oscar D’León en los carnavales en Plaza Venezuela. El me dijo: “yo ya no estoy para estar haciendo duelos, ni retar a nadie, porque ya yo se quien soy yo”. Entonces mi respuesta fue: “el quería sonear con un venezolano para ver que había aquí, me tocó a mí y yo le eché pichón, que podía hacer Oscar, decir que no, iba a quedar como un cobarde”. “Ah bueno, en eso también tienes razón, pero yo particularmente no lo haría” me dijo. De todas maneras todos los que han escuchado eso me han felicitado porque estuvo a la altura y el Cano con toda su controversia a la hora de sonear no tuvo ningún gesto ofensivo hacia mí en tarima soneando. Aunque si note cuando escuché la grabación (yo no me había dado cuenta) que en el último soneo él dice que me den un aplauso porque yo me zumbé un suicidio, aunque yo considero que no fue un suicidio porque el que se suicida se queda ahí mismo y nosotros estuvimos media hora soneando. Y te digo una cosa, fue la mejor tortura que yo me pude haber metido, porque al Cano no lo soporta nadie y debo decirlo para quitarle la máscara: el tipo es una persona muy educada, muy preparada, con una correcta forma de expresarse. El Cano que vemos en tárima no tiene nada que ver con el verdadero Cano, eso es un show, una pantomima, ahora el que le sigue el juego es otra cosa.

 

 

A propósito de la imitación que haces de Tego, quería preguntarte qué opinas del Hip hop, (también del Reggaeton) que pareciera que al igual que la salsa en los 60 y 70 es la música con la cual se identifican los jóvenes en los barrios. Eso por una parte y si te gustaría o estarías dispuesto a grabar, por ejemplo, un tema con gente como Guerrilla Seca o Tres Dueños, en donde se mezcla salsa y hip hop.

 

El hip hop es una cultura de la calle, es una manera de protestar, el rap es una forma de revelarse al sistema, es el canto de los afrodescendientes norteamericanos de los barrios bajos, es una forma de exponer las vivencias del barrio. El reggaeton es una moda, y a lo mejor esto me trae problemas y tendré detractores en el futuro, pero el reggaeton es una moda. En cambio el hip hop y el rap tienen un mensaje subliminal sobre las cosas buenas que pueden hacerse y las malas que deberían evitarse. El hip hop utiliza el léxico del momento y habla de la realidad del momento en nuestro barrio, en nuestra cultura. En cambio el reggaeton, y lo voy a decir con toda propiedad, es para que las muchachitas muevan el cuerpo, y todo el reggaeton se parece y todos los reggeatoneros son de a dos: Wisin y Yandel, Pedro y Pablo, Chucho y Jacinto y así. En conclusión yo no escucho reggaeton porque todo se parece… Y que si me gustaría grabar algo de salsa con hip hop, no lo descarto, siempre y cuando no se pierda la esencia del “salso” que es como llaman el Budu y el Nigga (integrantes de Tres dueños) al hip hop con salsa bien mezclado. Yo por ejemplo tengo los discos de Vagos y maleantes (nombre anterior de Tres dueños) y de Guerrilla seca y ellos usan música del sexteto juventud y de Calavén entre otros, vienen y mezclan hacen los ‘loops’ y sacan música de la calle, del barrio. En resumidas cuentas si me gustaría grabar.

 

Otro momento importante de tu carrera, podría decirse que fue cuando en la isla de Margarita, te montaste en la tarima con Oscar D’León quien tuvo palabras de elogio para tu estilo de inspirar en el montuno. Podrías hablarnos de esa experiencia.

 

Una de las experiencias esenciales de mi carrera, no tanto importantes sino esenciales fue haberme montado en la tarima junto a Oscar D’León. Porque en el barrio donde yo me crié, el barrio San José en la parte alta de Petare, los vecinos que escuchaban mi perolera decían que yo iba a ser el próximo Oscar D’León, así como echando broma. Pero como muchacho no es gente y no piensa, entonces de lo que yo estaba pendiente era de mi rumbita y mi perolera en el patio. Da la casualidad que el momento, el año pasado en el festival de salsa de la Isla de Margarita el 17 de junio de 2006, Bailatino tiene la oportunidad de hacer el segundo día del festival y alternar con la orquesta de Oscar D’León. La cuestión se da porque Yorman, uno de los hijos de Oscar, es muy amigo mío desde hace tiempo y él siempre me decía: “¡Tú tienes que cantar con mi papá, él te tiene que escuchar, tu cantas muy bien!”. Total que para ese evento coincidimos en el aeropuerto y fuimos en el mismo vuelo y todo. Se da la oportunidad de cantar con Oscar, nos llama él en un tema, me llama primero a mí y luego yo llamo a Edgard (Dolor Quijada) y estamos los tres, Oscar me dice que llame a Rodrigo Mendoza que está ahí también. Imagínate para mi esa experiencia con esos tres sonerazos. De hecho yo digo en un soneo “con los tres yo me gradué” y Oscar dice que entre Rodrigo y él me van a dar un diploma. La verdad es que muchas satisfacciones me llevé ese día, porque la gente pudo ver y escuchar ese trabajo, ese cúmulo de conocimiento que a través de los años vengo tratando de proyectar… Mucha gente importante que estuvo allí ese día me felicitó, entre ellas Toña Granados que tuvo palabras de elogio para mí y hasta me quiere apadrinar cuando saque un disco. Vaya que sí la pasamos chévere esa noche y la experiencia con Oscar en particular fue un aprendizaje más, un momento de mi carrera que voy a apreciar mucho. Y ya el sonero del mundo me dio su aprobación, también el dueño del soneo. Pero uno no busca eso simplemente llega solo, se dio el momento y lo aproveché al máximo y di lo mejor de mí.

 

 

Qué significa para Marcial Istúriz pertenecer a ese tren de sabrosura llamado: Bailatino y compartir con maestros como Cheo Navarro y Edgard Dolor Quijada, solo por citar dos?

 

Tú te imaginas que cuando uno en su adolescencia y juventud compra los discos de: Naty y su orquesta, Yacambú, La Salsa Mayor, que eran los grupos que hacían salsa en Venezuela, y tú ves en esos créditos a un Felipe Blanco, a un Cheo Navarro, a un Alberto Crespo, a un Edgard Dolor, etc, que son la gente que tú admiras por la música que hacen. Y que de repente un día te toque trabajar con algunos de esos músicos que estaban en los créditos de los discos que estaban en tu casa. Eso para mí fue un shock, te lo voy a confesar. Y bueno, poco a poco uno va conociendo a toda esa gente… El que me da la oportunidad de entrar a Bailatino es Cheo Navarro, que estuvo un año, un año preciso, yendo a donde yo trabajaba en “La Asunción”, trabajaba con pistas. Yo siempre he sido una persona sin vicios y siempre he tenido un comportamiento a la altura. Y Cheo Navarro estuvo yendo todo ese tiempo a ver mi comportamiento, mi manera de cantar, y un día en “El maní es así” viene y me dice: “Marcial, tú quieres cantar con Bailatino” así en dos platos y yo: “¿cómo es la vaina Cheo?”, el me dice: “Aquí está el cassette con el repertorio de Bailatino que te tienes que aprender porque Edgard (Dolor Quijada) está con Guajeo, con Los Incorregibles y no va a tener tiempo para dedicarle a Bailatino y yo necesito un cantante que esté ahí y tú eres la persona que puede estar ahí, yo confío en tu talento y confío en que te vas a aprender ese repertorio en una semana” y yo le digo: “¡en una semana! Y por qué tanto” y él me dice: “porque la próxima semana empezamos en “Rumba Aché”. Total que me aprendo el repertorio en una semana y hasta me dieron una semana más de prórroga porque se desplazó la fecha y tuve un poco más de tranquilidad. Llegado el momento, los músicos de Bailatino me reciben como si fuese un compañero que se había ido de viaje y regresó a la banda a trabajar con ellos. La verdad es que estar en Bailatino es la consolidación de Marcial Istúriz como cantante, de hecho es aquí donde se me da el apelativo de sonero, porque al estar al lado de un Edgard Dolor y nivelarme a su manera de cantar y nivelarme al estilo de la banda ya me dan ese calificativo y lo agradezco mucho porque hemos trabajado bastante para llegar a este punto, donde se le quiere hacer música a la gente, por la gente y con la gente, parafraseando a Abraham Lincoln. Debo decirte que en el tiempo que he estado en la música he visto colegas que se han vuelto egoístas, por pretender hacer música solamente para demostrar sus conocimientos. Pero no hay nada más sabroso que el conocimiento que tiene el corazón, porque el cerebro es una materia gris, fría y pensante; en cambio el corazón es el que proyecta, siente y padece, entonces todo lo que se haga con el corazón es lo que la gente va a recibir mejor… Yo he escuchado bastante música muy bien elaborada y a la gente no le gusta ni le presta atención, yo la escucho porque es parte de mi aprendizaje. En cambio algo que se haga con demasiado sentimiento, así sea malo, la gente lo compra; entonces ahí está el detalle, en que muchos músicos no han caído todavía vale. Que lo importante es el sentimiento que se pueda proyectar en una canción, en un solo de piano, en un solo de bongó. Bailatino tiene demasiado sentimiento y nueve personas con sentimientos distintos pero que como músicos son uno, eso le llega a la gente más rápido, ese tren de la sabrosura como tú le dices. Y Bailatino está precedido de la falta de buena música que se ha dado en Venezuela, porque mucha gente se ha ido por el facilismo. Y esto también me va a traer problemas. Pero la verdad es que hay mucho facilismo en la música. Y está bien que lo fácil se haga para llegarle a la gente, pero si lo fácil lo haces sin sentimiento entonces no estamos haciendo nada. Se puede buscar facilismo, pero ponerle sentimiento y corazón… Bailatino hace música para el conocedor pero también le esta llegando a un tipo de gente a la cual antes no le había llegado la música de Bailatino, que son los jóvenes que asisten a los matinés y que les gusta la salsa un poco más romántica. Incluso hay gente que me dice: tú eres el que canta “Amigo nunca” ah y donde la escuchaste les pregunto, “la escuche en un matiné por Santa Teresa” me dicen, y yo les comento “oye chico y por allá la ponen”. Entonces uno se sorprende. Eso quiere decir entonces, que si las cosas en Bailatino se siguen haciendo con sentimiento, esta banda va a llegar muy lejos. Pero también hay que tener un poco de planificación porque ya Cheo y Dolor tienen cincuenta y tantos y es el momento en que ellos deben tener una base para planificar su retiro en un futuro. Pero al fin y al cabo el que tiene mayor peso en la banda es el melómano que nos sigue porque si nosotros no hacemos buena música y no proyectamos, el bailador no nos va a prestar atención. Para mí Bailatino es un diamante en medio de un predegal, eso es todo.

 

 

Marcial, comentábamos un amigo y yo que en algunos de tus fraseos, no se si conciente o inconcientemente, se notaba cierta cadencia del soul, cierta cadencia del blues y del jazz. Podrías hablarnos de esa característica de tu canto y si es algo planificado o no.

 

Sí tengo conciencia de eso, porque como dije anteriormente si hacemos las cosas bien y no saturamos la cosa va a llegar. En un momento determinada uno puede soltar una frase al estilo de Ismael Rivera y te la gozas y te la vacilas, en otro momento puede ser algo estilo Pedro Brull, en otro momento puede ser algo tipo James Brown, por qué no, y en otro momento algo tipo Jesús Sevillano o tipo Simón Díaz también. Yo soy un inconforme y siempre trato de ir más allá y hacer una mezcla pero bien homogénea y que no me vayan a quedar grumos a la hora de cantar, porque la gente no se va a comer una crema grumosa, si la ve espesita y bien presentable si se la come. Y eso es lo que yo trato de proyectar como cantante y como sonero. Esto para tratar de variar un poco las melodías callejeras que siempre se marcan montado en la clave y arroyando en la melodía. Y lo hago porque me gusta… Hay radicales que se cierran y dicen que eso en la salsa no puede ir. Por supuesto que eso dependerá del tipo de salsa que se haga, porque tú te imaginas que yo vaya a grabar con Cheo Navarro, con él no puedo hacer eso. Pero si lo hago con Jesús Torres Mandinga, el me da la libertad para hacer eso, o con cualquier otra banda que incluya cosas modernas en la salsa tradicional. Si yo hago por ejemplo un trabajo en donde se maneje un estilo de sonear como el de Chivirico Dávila, o Elliot Romero yo tengo que respetar la línea que se hace y llevar mis soneos a ese estilo. Claro, si me dan la libertad yo puedo agregar algo, pero no en todo momento porque podría convertir la canción en un tema de DLG.

En cuanto a las melodías de jazz y blues, hay que prepararlas muy bien, porque una nota que no esté en la escala de lo que no son los motivos del jazz o del blues hace que la cosa no se escuche bien y la gente va a decir: “Ese cantante es malo”. Hay que tener conciencia de lo que se va a hacer y tener el conocimiento. Esto es una preparación mental primero, luego emocional, porque si tú no sientes lo que vas a decir lo estás haciendo fría y mecánicamente o para lucirte delante de un grupo de mujeres que se están tomando una botella de whisky. Además tienes que escucharte lo más que puedas, escuchar tus propias grabaciones porque así corriges más y te haces un mejor profesional. Pero sí, sí soy consciente de esos fraseos de jazz o de blues, que son preparados a priori. Porque cuando voy a cantar suelto la calle, suelto mi salsero de salón, pero también suelto mi negroide, entonces todo se conjuga y se crea el estilo, eso es así.

 

Alguna anécdota en particular, con respecto a la música que haya ocurrido en tu infancia que recuerdes con especial cariño.

 

Yo tuve una infancia muy precoz, puesto que ya a los 5 años de edad empecé a estudiar segundo grado porque leía y escribía corrido. Estando en la escuela, me doy cuenta de la vocación musical que tenía. Un día mi maestro de segundo grado, que se llama Carlos Herrera, me sorprende en pleno recreo, en medio del patio de la escuela, dándole golpes a un recipiente de agua como si fuese una tumbadora. Me conducen a la dirección y yo le decía: “!maestro no me vaya a regañar que yo no fui, no me lleve pa’ la dirección!” ¡Bueno mano! Cuando llego a la dirección cierran la puerta. Están todos los maestros, la directora, la subdirectora. Y entonces me dicen… “Bueno, ahora para que cantes para nosotros”. (Risas) imagínate el susto. Me acuerdo que para esa época estaba pegado Roberto Blades con La Inmensidad. Entonces lo que se me ocurrió cantar fue: (cantando) “lágrimas brotan de mis ojos al leer tu carta de despedida” y dándole a mi pote de agua colocado entre las piernas como si fuese una tumbadora (Risas). Esa gente estaba fascinada y de ahí pa’ lante me convertí en el poeta y músico de la escuela.

 

 

Cuántos discos has grabado, o en cuántos has participado incluyendo los dos de Bailatino?

 

He participado en varias producciones discográficas: una con Yensi Madrid que es un trompetista paisano mío barloventeño, ahí hago de coach vocal, canto dos temas, uno de mi autoría y arreglo, me estreno como arreglista allí. También en descarga criolla de Pibo Márquez, hago una versión de “Sigue tu camino” de Oscar D’León y parece que Oscar como que me persigue ¡chico! Porque ahora te voy a contar que con un músico que es mi hermano menor, Carlos Padrón, se grabó un disco para llevarlo a Nueva York. De hecho ya se remasterizó y se mezcló, ahí participamos Mariana la sonera, Rodrigo Mendoza, Edgard Dolor y Marcial Istúriz. Ahí hago una versión de un tema de Oscar que se llama “Ven cariñito” y que está en el mismo disco donde está “Mujer de arena”. Hice ese tema y uno de Rodrigo Mendoza que se llama “Rumberito” y que cuando llegue ese trabajo vas a tener oportunidad de escucharlo. Participé en el disco 25 aniversario de Naty y su orquesta, ahí hice un tema con Alfredo Vera, el popular Saco de hoja, cantante de los Soneros de la calle. Ese disco también está en camino y tengo que darle las gracias a Naty por tomarme en cuenta para cantar en su disco. He participado en varios discos como corista. En el disco de Juan José el Conde, ex-cantante del grupo folklórico Madera. También he participado en varias producciones como percusionista, como bajista y como pianista, algunas se me escapan. Creo que tengo ocho producciones en mi haber, incluyendo las dos con Bailatino. La última, es la que acabo de hacer con Cheo Navarro como líder de banda, se llama “Tributo al ayer”, ahí interpreto 8 temas, ese disco ya está en las discontiendas.

 

Me contabas que Bailatino prepara su nuevo trabajo discográfico, nos pudieras adelantar algo de lo que viene?

 

Por supuesto, Bailatino está preparando su tercera producción. A partir de agosto, ya estamos entrando a estudio, con el mismo personal de siempre. Hay arreglos de Alberto Crespo, José Felix Guzmán Guachafa, José Tuki Torres, Rubén Fajardo, José Soto Mortadelo, es un disco 100% venezolano. Y lo que respeta Bailatino es que el repertorio en su 85% está hecho por los mismos integrantes de Bailatino. Hay letras de Alberto Crespo, de Cheo Navarro. Este disco viene con más variedad y con la misma sabrosura. Van a haber temas a dúo entre Dolor y yo, creo que son dos o tres. Ahora lo que no tengo son los detalles de cuando va a ser la presentación en físico del disco, ni a que disquera se le va a ofrecer este trabajo. Pero los ensayos están adelantados ya tenemos 8 de los 11 temas que vamos a grabar.

 

Marcial, un arquitecto francés del renacimiento llamado Pierre Lescot decía que “el artista no crea como vive sino que vive como crea”. En una oportunidad te oí decir que para ti ser cantante más que una profesión es un estilo de vida. Se podría decir que dadas tus propias palabras te identificas con esa frase de Pierre Lescot?

 

Si señor, porque el cantante, el músico, el creador en su esencia, siempre anda pensando muchas cosas, su cerebro trabaja a 40 mil revoluciones por segundo, por eso a veces a los artistas nos llaman locos. Siempre estamos en un mundo que es una burbuja, y en la cual otro no puede entrar, porque sencillamente ese es un mundo que si se mancha, si se deja afectar por el mundo exterior, entonces ya no sirve de nada. Uno tiene que seguir estando en su burbujita, ¿por qué? Porque yo no me puedo dejar afectar, por ejemplo, por las marchas estudiantiles, por la guerra en Irak, por las armas nucleares. A mí nada de eso me puede afectar, aunque si puedo tomar algo de eso, una idea para componer un tema. Todo en esta vida tiene un motivo y razón de ser. La música se usa para bien o para mal, porque Dios se la concedió a Luzbel. Depende entonces del uso que se le dé. Yo uso la música para el bien, porque sencillamente es la manera de dar amor a la gente y de que se olviden un poco de sus problemas, de que se olviden que esta mañana leyeron en el periódico que mataron a dos en Monte Piedad, a dos en Pinto Salinas, o ajuste de cuenta entre motorizados. O sea, que se olviden de los problemas del día a día. Que se olviden por un momento de que son ciudadanos venezolanos y viven en un problema constante y se sientan ellos mismos con la música que uno hace. Por eso el estilo de vida del cantante es que tiene que estar creando, leyendo, oyendo y siempre tiene que estar en un nivel de conciencia superior para poder razonar ante muchos esquemas. Además el cantante también es: relacionista público, psicólogo, psicoterapeuta, es hasta bombero porque cuando falta un músico rompen el vidrio y te llaman de emergencia. Los músicos tienen muchas facetas y todas esas facetas conllevan a que debe ser mejor persona con los demás. Y la imaginación va a estar acelerándose y siempre va a venir una idea mejor que otra, porque la primera es boceto y las demás ya serían creación pura. Por eso el cantante más que cantante, es alguien con un estilo de vida distinto a los demás.

 

 

Marcial unas palabras finales…

 

Bueno muchísimas gracias por darme a conocer. Gracias, primero a Dios por darme la música que transmite paz y eso sobrepasa todo entendimiento humano. Darle las gracias por el talento que me concedió y aunque no me dio (voy a usar una palabra muy barloventeña) bellezura, yo no necesito eso para hacer lo que a mí me gusta que es música. Les doy las gracias a todos mis ancestros y a mi familia por hacerme barloventeño. Doy gracias a todos mis panas, ellos saben parte de mi historia y saben que si no los voy a ver al barrio es porque mi trabajo no me lo permite, y que para yo ser Marcial Isturiz y que me tomen en cuenta para hacerme una entrevista como ésta yo tengo que trabajar todos los días, no puedo descuidarme ni un segundo. También habrá tiempo para disfrutar y como decía el rey David: hay tiempo para llorar, tiempo para reir, tiempo para descansar. Y en este momento estoy en el tiempo para ser alguien en el espectro musical. Las gracias a ti mi pana por tomarme en cuenta para esta entrevista. Y sobretodo, gracias a Kike Vigil y su MamboinnRadio por también esa resistencia salsera. Me siento como si fuera alguien grande, un Oscar (D’León) (risas). Simplemente soy un mortal más con el don de hacer música y yo me lo disfruto y que se me tome en cuenta para esta entrevista es un compromiso mayor. Y gracias también a los lectores por prestar sus ojos para conocer parte de la historia de la música venezolana, porque yo solamente soy la suma, un contribuyente más a la buena causa de la música venezolana. Y de verdad me siento emocionado porque me siento como alguien importante y eso me llena de satisfacción. Gracias de nuevo por la oportunidad y estamos siempre a la orden.

 

 

Las 15 mejores voces de la salsa según M. Istúriz:

 

1. Toñito Ledeé: Uno de los olvidados de la salsa, muy criollo y muy personal su estilo.

2. Miguelito Ortiz: El otro olvidado, con un matiz que recuerda a Adalberto Santiago, pero con una voz más profunda y educada.

3. Tito Allen: mucho swing y mucha técnica.

4. Rafael D’Jesús: Igual técnica pero agregándole sentimiento.

5. Joe Ruiz: La maña del canto y del barrio.. Más técnica, pronunciación y conocimiento.

6. Ismael Rivera: El sonero mayor tenía un no sé qué en su voz, que recuerda lo más profundo del barrio.

7. Carlos Daniel Palacios: Denota dulzura pero firmeza en su timbre.

8. Jerry Rivas: Supuestamente sustituto de Andy Montañez en El Gran Combo, pero por mérito propio está allí. Su timbre aterciopelado le puso el color a la banda de don Rafael Ithier.

9. Rodrigo Mendoza: Legendaria voz de la salsa en Venezuela. Su timbre es único y no hay comparación.

10. Edgar Dolor Quijada: El uso de la clave y una bella dicción lo hacen favorito de la gente.

11. Pedro Brull: El mejor manejo del ritmo y la síncopa, hecho matiz dulce y melodioso.

12. Frankie Vásquez: Un color de voz que recuerda los años 60.

13. Frankie Ruiz: Mezcla de dolor y sabor hechos genio y figura.

14. Luisito Carrión: Entrega más técnica y un timbre único en la salsa.

15. Ray de la Paz: Mi compadre José Camacho le puso el apodo de “Garganta Preciosa”, yo estoy de acuerdo con eso.
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Decálogo del sonero propuesto por M. Istúriz.

 

1. Tener el conocimiento de la clave, la melodía y la armonía a la vez: todo ello se conjuga.

2. Tener conocimientos de todos los ritmos y sus variantes: el son, el guaguancó, el danzón, la plena, el mambo, etc.

3. Tener excelente dicción, pronunciación y respiración: la técnica del canto en toda su expresión.

4. No salir del tema principal en los soneos.

5. Algo importante: asumir el tema como propio, hacerlo personal. Recuerden: transmisión de sentimiento proyectado al público da origen a un éxito. En pocas palabras: cautivar.

6. Usar los “motivos” frases de melodías conocidas, que tengan que ver con el tema a desarrollar.

7.. Instruirse mucho: leer libros de poesía, novelas, etc. Abrirse a campos más amplios para enriquecer la cultura. Usar sinónimos, antónimos, frases célebres, anécdotas, records, etc.

8. Mantener una actitud positiva y elegante ante el público que nos venga a ver. Debe prevalecer la humildad ante todo.

9. No exagerar en los gestos del cuerpo y la cara. El cuerpo también habla y nos revela el ánimo del momento.

10. Lo más importante: definir un estilo propio, mezclando otros estilos. Admirar es bueno, imitar es malo, muy malo. En pocas palabras: Identidad.
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