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El Ritmo de la Vida

Rigoberto Villalta Zapata

 

La muerte del gran Ray Barretto el viernes 17 de febrero de 2006, volvió a poner sobre el tapete la extraordinaria trayectoria de este artista neoyorquino, imprescindible en cualquier análisis serio que se pretenda hacer sobre la evolución de la música latina y, por que no, el jazz. Después de todo, estamos hablando de más de 50 años de recorrido musical, con altas y bajas, pero impregnados de indudable calidad y sabor, sellos característicos que siempre supo imprimir el recordado ‘Manos Duras’.

Barretto, a diferencia de la mayoría de músicos latinos de su generación, aprende el jazz mientras realizaba el servicio militar en Alemania. En Europa escucha el Bee Bop que a mediados de los 40 imponían Dizzy Gillespie y Charlie Parker, así como al baterista Art Blakey.

Por ello, cuando regresa a Estados Unidos se sumerge de lleno en el mundo del jazz, espacio que nunca abandonó aún cuando años después entrara de lleno en la cadencia caribe. De esta manera, el background jazzístico de Barretto incluye performances con los citados Gillespie, Parker y Blakey, así como Herbie Mann, Stanley Turrentine, Billy Cobham, Jack Beckenstein y Airto Moreira, por nombrar unos cuantos.

 

EL BARRIO

 

Durante las múltiples entrevistas que dio a lo largo de su vida, Barretto siempre reconoció al barrio neoyorquino como el responsable directo del nacimiento de su pasión por la música latina, sobre todo considerando que él venía del jazz. Sin embargo, en el Barrio se escuchaba tanto a Machito como a Coleman Hawkins y los jóvenes músicos latinos crecían nutriéndose con lo mejor que brindaba la amalgama de influencias musicales de la gran manzana.

 

Ray-Barreto

 

Esto explica que cuando Ray decide incursionar en el ambiente latino apueste por la orquesta del maestro Tito Puente. Y esto también fue producto de la casualidad ya que Barretto fue el que reemplazó a nada menos que Mongo Santamaría en la banda del ‘Rey del Timbal’. De esta manera, Barretto está presente en las grabaciones que hiciera Puente para el sello RCA, entre 1957 y 1960, incluyendo el famoso álbum Dancemanía que traía temas como “El Cayuco” y “Mambo Gozón”.

Pero Barretto también sintió la necesidad de embarcarse en un proyecto personal. Y a pesar del formato de ‘big band’ al que estaba acostumbrado, por su estancia en la orquesta de Puente, el conguero apostó por el formato musical de charanga, vehículo idóneo para la pachanga, ritmo creado por Eduardo Davison y que fuera el último que saliera de Cuba a finales de los años 50.

La charanga de Barretto, sin embargo, recogió para el ambiente neoyorquino varias innovaciones hechas antes en Cuba, concretamente la Orquesta Sensación que contaba con el fabuloso cantante Abelardo Barroso. Así, al margen de la flauta y los imprescindibles violines, se incorporan vientos, como saxo, trompeta y trombón.

Pero Ray, al menos en un primer momento, optó por dotar a su charanga (a la que denominó La Moderna) con un saxo y una trompeta, instrumentos que estuvieron a cargo de los virtuosos cubanos José ‘Chombo’ Silva y ‘El Negro’ Vivar.

 

Ray Barretto 3

 

DE LA CHARANGA A LA SONORA

 

Los dos primeros discos de Barretto como solista son grabados para el sello Riverside: Pachanga with Barretto, en 1961 (Riverside 75069) y Latino, en 1962 (Riverside 3520). Estos trabajos evidencian el interés del músico en incorporar elementos de jazz en la ejecución de los ritmos cubanos, propuesta siempre novedosa que atrajo la atención de la comunidad musical, más no necesariamente de los aficionados.

Ese mismo 1962 Barretto pasó al sello Tico, grabando para esta compañía un total de cinco producciones, algunas con mayor fortuna que otras, destacando el tema “El Watusi” que lo catapultó las listas de éxitos, incluso al Hit Parade americano. No obstante, Ray cambió nuevamente de casa disquera, pasando ahora a United Artists donde al margen de discos absolutamente flojos, como Señor 007 (U.A. 3478), empieza a perfilar un sonido decididamente agresivo, encaminado en lo que la comunidad latina del Barrio ya denominaba salsa.

En esta época en el sello United Artists, entre 1965 y 1966, Barretto introduce un cambio en su formato musical, incorporando un trombón, instrumento que estuvo a cargo de talentos del nivel del brasileño José Rodríguez o Joe Wholetz. Igualmente, después de haber tenido como cantantes a Heny Álvarez y Manny Román, empezó a perfilarse Adalberto Santiago como el vocalista indiscutible de la banda. Tampoco hay que dejar de mencionar que los cubanos Roberto Rodríguez y Orestes Vilató destacan como piezas fundamentales en lo que a partir de 1967 sería conocido como el “sonido Barretto”.

Ya para 1967, Barretto da un paso fundamental en su evolución musical al firmar para Fania. Esta compañía, en muy poco tiempo, había logrado reunir artistas de la talla de Larry Harlow y Willie Colón, que bajo la dirección de Johnny Pacheco dinamizaron como nunca antes se había hecho el mercado del disco en Nueva York y, posteriormente, en América Latina. Y es que al margen de la legítima expectativa comercial, la Fania supo recoger el sonido Nueva York, que fue y es conocido como “Salsa Dura”, en una serie de producciones inolvidables de las cuales Ray Barretto fue protagonista de primer orden.

 

 

Entonces, Barretto prescinde los violines, e incluso el trombón, y proyecta un formato de septeto ampliado o sonora, en la tradición de Arsenio Rodríguez y la Sonora Matancera, formación que le permitió trabajar con mayor fluidez el son característico de los años de gestación de la salsa.

Temas ya clásicos como “Vive y vacila”, “Mírame de frente”, “Cocinando”, “Indestructible”, “Guararé”, pertenecen a este período que se extiende hasta 1975, habiendo sido vocalistas de la banda, además de Adalberto, Tito Allen, Rubén Blades y Tito Gómez.

Luego, merced a un convenio de la Fania con la compañía Atlantic, graba una serie de discos de los cuales únicamente se rescata Tomorrow, de 1976 (Atlantic 2SA-509), pues el resto (Eye of the beholder y Can you feel it) son un pésimo ejemplo del llamado “jazz comercial” que las compañías quieren imponer al público. En efecto, estas dos últimas producciones acusaban la influencia de la música “Disco”, predominante a fines de los setenta, pero con un punto de vista totalmente equivocado. Parecida debacle también fue sufrida por el maestro Eddie Palmieri que en 1978 se vio obligado a grabar Lucumí, Macumba, Voodoo, en que dos temas salvan al disco.

 

DE VUELTA AL BARRIO

 

Para 1979 Barretto regresa por todo lo alto al mundo de la buena salsa con Rican/Struction, producción de un altísimo nivel en que combina adecuadamente lo mejor de la salsa neoyorquina privativa del ‘boom’ con el jazz de ‘avant garde’ del momento. Pero ya Barretto empezó a sentirse cansado, no tanto de la música, sino del negocio que la manejaba. Por ello, Barretto, poco a poco, empieza a alternar sus bailes habituales de salsa con eventos netamente jazzísticos en los cuales experimentaba y fusionaba sus ideas.

 

Ray Barretto 2

 

Hasta que en 1992, luego de 25 años, Ray se despidió de la Fania con el álbum Soy Dichoso (Fania 666) en el cual, después de todo, agradece a Jerry Masucci. A partir de este momento, la producción discográfica del maestro sería netamente jazzística, excepto lo que paralelamente hacia para Fania All-Stars.

Haciendo lo que en verdad le interesaba, Barretto visitó el Perú por primera vez en 1994 para presentarse en el Festival Top Jazz, junto con Dave Valentín, Justo Almario y John Patitucci. En esa oportunidad quienes departimos con el maestro confirmamos que era un artista honesto al que le interesaba la música más que el negocio que de ella derivaba. Incluso prometió regresar con un cargamento netamente salsoso, como le reclamamos muchos de sus admiradores. Y al año siguiente volvió a nuestro país, nada menos que con Las Leyendas Latinas, compartiendo tarima con Larry Harlow, Yomo Toro, Adalberto Santiago, Salvador Cuevas, Jimmy Delgado, Lewis Kahn y otras muchas Estrellas de Fania.

Finalmente, Ray nos visitó por última vez en agosto de 2004 para presentarse con su cantante Tito Allen en el Festival Chim Pum Callao. En esa ocasión vimos al maestro ya barbado y ciertamente cansado por medio siglo de infatigable trayectoria. Cuando supimos de su operación al corazón y de su delicado estado de salud, también nos dimos cuenta que Ray Barretto es y será “Indestructible”. Porque su música vivirá para siempre.

 

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