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¡La banda que manda, la banda que excita!

Anthony Lazaro | alazarome100@yahoo.es

 

Pocas son las ocasiones en las que algún apasionado de la música tiene la suerte de ver, oír y sentir un concierto en el que sus sentidos colapsen, termine adormecido, cansado, en estado catatónico. Los amantes de la salsa dura difícilmente olvidaremos la presentación de Eddie Palmieri y su Orquesta en el Estadio Nacional el pasado sábado, luego de 26 años. El Mesías se cobró la revancha, dictó una clase maestra. Irrepetible.

 

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LOS PREVIOS

 

El Festival All Acces empezó con las presentaciones de Jorge Drexler y Alejandro Sanz, según lo anunciado por los organizadores. Perdonen que solo los mencione, pero no caben en mi play list, tampoco en mis preferencias. Vamos a lo nuestro…

 

EL TELONERO PALMIERI

 

Meses antes de este concierto, cuando la web oficial de Palmieri anunciaba su próxima presentación en Lima, nadie podía creerlo, necesitábamos que se confirmara, como si el propio Palmieri no fuera ya una fuente oficial. Veintiséis años de espera y varios intentos truncos por traerlo nos volvieron incrédulos. La sola noticia causó revuelo. Dudo que alguien imaginara la magnitud de lo que sería aquella presentación. Tampoco podíamos comprender cómo el diez veces ganador del Grammy no era el plato de fondo, ah!, es que era la despedida de los escenarios de Rubén Blades, no era poca cosa, era el dueño de la fiesta.

La impaciencia nos gobernaba a todos. De pronto, sin aviso previo, cuando la orquesta aun no terminada de montarse, Eddie Pamieri hace su aparición en el escenario, vestido informal, saluda brevemente al público y camina pausado hacia aquel instrumento que le ha dado tanto. El genio del piano había vuelto. Amenazó con entregarnos su potencia concentrada. A Rubén le dijo que traería una orquesta que lo haría temblar. No mintió.

La banda que manda incendió la tarima desde el arranque. No nos perdonaron que hayamos esperado tantos años para tenerlos de vuelta. Pa’ la ocha tambó fue -como últimamente estila- el tema de inicio. Esta banda no entra fría. No necesita el primer tema para calentar. No señor. No desaprovecharon ni un solo minuto. Entraron a incendiar. Así desorejaron a muchos.

 

 

A sus casi ochenta años, Palmieri mantiene intacta la capacidad de formar orquestas que suenen únicas, sigue componiendo, sigue lanzando discos, sigue irreverente, sigue de rumba en su piano maravilloso. Como en los sesenta cuando tuvo la vanidad de llamar “La Perfecta” a su conjunto, incomprendido hasta el día de hoy. El Mesías, reconocido como tal por los más importantes del género, sigue paseando su montuno alrededor del mundo. Blades llegó a catalogarlo días previos al concierto como ícono de la música latina; no exagera, al contrario, quedó corto.

 

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La Voz del Caribe, Hermán Olivera, cantante oficial de la Orquesta de Eddie Palmieri por más de veinte años, no es el mismo siempre. Me atrevo a decir que existen dos Olivera: uno con la banda de Palmieri y otro cuando canta con cualquier otra orquesta. Pasa de potro indomable a caballo de paso fino. Eso sí, siempre será un pura sangre. La explicación está sin duda en la orquesta, en el toque, en la potencia, en el sabor. Es que la orquesta de El Mesías no tiene comparación.

 

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En esta visita a Lima, la Orquesta de Palmieri tuvo una baja importante, su corista Quique Gonzales no pudo venir por compromisos profesionales y su puesto sería cubierto por el ranqueado cantante y sonero peruano Renzo Padilla, quien ya había acompañado a Palmieri anteriormente en New York.

Padilla demostró que lo suyo no es casualidad. Ese sentimiento de orgullo nacional de quienes estuvimos frente a esa orquesta fue imposible de ocultar.

 

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La banda en general estuvo muy entregada. Eddie Palmieri (líder y piano), Hermán Olivera (voz),  Renzo Padilla (coro), Nelson Gonzales (tres), Luques Curtis (bajo), Camilo Molina (timbal), Johnny Rivero (congas), Nicky Marrero (bongó, campana y timbal), Jonathan Powell (trompeta) Jimmy Bosch (trombón), Joe Fiedler (trombón) y Louis Fouche (saxofón) demostraron por qué siguen recibiendo premios alrededor del mundo. Impresionantes, inmensos, irrepetibles. Sino, que lo diga Blades que recibió un incendio descomunal que no pudo avivar a pesar de la gran orquesta y trayectoria que tiene. La culpa no es de él, la culpa la tiene Palmieri -sí, ese señor de ochenta años- por dejar la valla tan alta, por tener una orquesta de lujo, con tanta potencia, sabor en intensidad difícil de igualar.

He dejado transcurrir los días para intentar narrar con objetividad. Tendría que no haber estado ahí para escribir algo distinto a lo que está leyendo. Lo único que me pregunto estos días es: dónde tocará Palmieri para volver a verlo? Esta banda no cansa.

 

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